¿Por qué General Motors decide cambiar su estrategia justo ahora? ¿Qué pasará con las fábricas en México? ¿Y cómo nos afecta en América Latina? La respuesta no es tan simple como parece, pero el impacto es real y profundo.
En una jugada que refleja cómo los vientos políticos soplan cada vez con más fuerza sobre la industria automotriz, General Motors (GM) ha anunciado que dejará de fabricar dos de sus SUV más vendidos –Chevrolet Equinox y Chevrolet Blazer– en México para trasladar su producción a plantas ubicadas en Estados Unidos. Este cambio no solo altera el mapa industrial del gigante norteamericano, sino que también podría tener repercusiones económicas, laborales y comerciales a ambos lados de la frontera.

¿Por qué GM traslada la producción a EE.UU.?
Este traslado estratégico no es producto del azar. Llega en medio de una creciente presión tributaria desde la administración del presidente Donald Trump, quien ha amenazado con imponer aranceles del 25% a los vehículos importados, incluso si son fabricados por empresas estadounidenses fuera del país. En ese contexto, GM reacciona para proteger su rentabilidad, asegurarse acceso al mayor mercado automotriz del mundo y mantener su competitividad frente a políticas económicas más proteccionistas.
Además, esta decisión viene acompañada de una inversión superior a los 4.000 millones de dólares, destinados a ampliar y modernizar sus instalaciones en Fairfax (Kansas) y Spring Hill (Tennessee). Allí se ensamblarán las nuevas generaciones de la Equinox y la Blazer, respectivamente.
Un giro hacia la producción nacional
La mudanza de estas líneas de producción forma parte de un plan aún más ambicioso de repatriación industrial. Según los objetivos de GM, se espera que, para 2030, su capacidad de fabricación en territorio estadounidense supere los dos millones de unidades anuales.
Este movimiento también implica reactivar la planta de Orion Township, en Michigan, que había sido adaptada para la producción de pick ups eléctricas. Ahora, volverá a enfocarse en modelos de combustión interna, especialmente SUVs y camionetas, en una clara muestra de que la electrificación ya no es la única prioridad.
¿Y qué pasa con las plantas de GM en México?
Lejos de ser clausuradas, las plantas mexicanas de Ramos Arizpe y San Luis Potosí seguirán operando. Pero su rol se redefine: producirán exclusivamente las versiones eléctricas de la Blazer y la Equinox, consolidando a México como un centro clave de producción de vehículos eléctricos (EVs) para GM.
Sin embargo, esta reestructuración plantea interrogantes en cuanto al empleo y la economía local. Durante años, México fue un pilar estratégico para GM, aprovechando su mano de obra calificada y costos competitivos. Al dejar de fabricar las variantes a combustión –que tienen mayor volumen de producción–, podrían verse afectadas miles de familias que dependen directamente de estas operaciones.

¿Cómo afecta esto a América Latina?
La decisión de relocalizar la producción también tendrá impacto fuera de Norteamérica. En el caso de Argentina, la próxima generación de la Chevrolet Equinox, que estaba en carpeta para ser importada sin aranceles extrazona por su fabricación mexicana, ya no contará con ese beneficio. Ahora, al provenir desde Estados Unidos, el modelo quedará alcanzado por los impuestos de importación del 35%, lo que encarecería su precio final.
Esto no solo puede dificultar su comercialización en el país, sino también abrir la puerta a que otras marcas capitalicen ese espacio con productos más accesibles. En mercados sensibles al precio como el argentino, ese tipo de cambios pueden marcar la diferencia entre un éxito de ventas o un fracaso comercial.
¿Es un retroceso en la electrificación?
Aunque GM sigue comprometida con su ambición de electrificación, esta decisión deja en claro que el mercado aún no está maduro para una transición total. Las ventas de vehículos eléctricos han crecido más lento de lo esperado, y las automotrices están empezando a recalibrar sus estrategias.
Es decir, más allá de los discursos verdes y los objetivos de cero emisiones, el negocio sigue mandando. Y si el cliente aún prefiere un motor a combustión, GM quiere estar lista para ofrecérselo… y que no lo haga la competencia.
Reorganización y logística: el nuevo desafío
Otro aspecto clave que no puede pasarse por alto es la reorganización logística. México no solo era una plataforma industrial, también era un hub estratégico de exportación para América Latina y el propio mercado estadounidense. Con la producción ahora concentrada en EE.UU., los flujos de transporte y exportación deberán rediseñarse desde cero, incluyendo nuevas rutas, contratos, y costos operativos.
Esto también podría significar mayores tiempos de espera y un impacto en la disponibilidad de unidades para ciertos países del continente, al menos en los primeros meses del cambio.

¿Un movimiento político más que económico?
Si bien GM ha sido cauta en su comunicación, no hay que ignorar que esta decisión también es una señal al gobierno estadounidense. En un clima de creciente proteccionismo, con promesas de aranceles y penalizaciones fiscales, las empresas sienten la presión de “mostrar lealtad nacional”. Repatriar empleos y producción vende bien políticamente, sobre todo en años electorales.
GM, al trasladar modelos emblemáticos como la Blazer y la Equinox, envía un mensaje claro: está alineada con las prioridades de Washington. A cambio, espera seguir recibiendo beneficios fiscales, subsidios y apoyo regulatorio.
¿Qué podemos esperar hacia adelante?
Todo indica que este es solo el comienzo de una nueva etapa industrial para GM y, posiblemente, para otras automotrices. Las políticas comerciales estadounidenses seguirán influyendo fuertemente en las decisiones empresariales. México, si bien no pierde del todo su rol, tendrá que reorientar su perfil productivo, con una apuesta más fuerte a la electrificación.
Mientras tanto, los consumidores latinoamericanos podrían enfrentar aumentos de precios, menor disponibilidad de modelos y cambios en la configuración de los autos que lleguen a la región. También se abre una ventana de oportunidad para fabricantes asiáticos y europeos que puedan ofrecer productos similares a mejores condiciones.

En resumen:
General Motors trasladará la producción de los modelos Chevrolet Equinox y Blazer de México a Estados Unidos, respondiendo a presiones arancelarias de la administración de Trump. Las plantas en Kansas y Tennessee asumirán esta tarea, mientras que las fábricas mexicanas se enfocarán en las variantes eléctricas. Esta decisión reconfigura la estrategia industrial de GM en Norteamérica, podría afectar los precios en América Latina y refleja un giro parcial en sus planes de electrificación.