¿Puede un vehículo clásico convertirse en parte de la familia? La respuesta está en las historias de tres colombianos que, contra el paso del tiempo, han mantenido vivos modelos que marcaron la llegada y consolidación de Nissan en Colombia. Lo que empezó como un concurso para celebrar los 65 años de la marca en el país, terminó transformándose en una vitrina de recuerdos, anécdotas y emociones. Y lo mejor: dejó claro que un auto puede ser mucho más que un medio de transporte.
El concurso que conectó generaciones
En septiembre de 2025, Nissan Colombia presentó la iniciativa “Dinissan Exalta lo que Permanece”. El objetivo era sencillo pero poderoso: reconocer a esos vehículos que, además de motores y carrocerías, guardan vivencias familiares y laborales.
La convocatoria estuvo abierta del 11 al 29 de agosto y rápidamente reunió decenas de historias. Propietarios de modelos clásicos, restaurados o personalizados compartieron imágenes y relatos que demostraban que los autos Nissan no solo han rodado por las carreteras del país, sino también por la memoria de quienes los conducen.
Un jurado seleccionó 12 semifinalistas tomando en cuenta tres criterios: el estado del vehículo, las modificaciones especiales y la creatividad en la presentación. Entre ellos había modelos tan icónicos como el Datsun 160J, el elegante Datsun 280ZX, varios Nissan Patrol de los años 60 y 70, el deportivo 370Z, un Almera y un 300ZX.
Después llegó la votación pública en Instagram, entre el 3 y el 12 de septiembre. Los finalistas se enfrentaron en duelos eliminatorios que hicieron vibrar a cientos de seguidores hasta llegar a los tres ganadores más votados.

Primer lugar: Hernando Nieto y su Nissan Patrol 1960
En Cimitarra, Santander, Hernando Nieto guarda un tesoro sobre ruedas: un Nissan Patrol de 1960, color naranja, que lo ha acompañado desde 2002. Lo que para muchos es solo un vehículo, para él ha sido compañero de trabajo, protector en momentos difíciles y parte esencial de su vida familiar.
Durante años, este Patrol lo ayudó en el transporte de mercancía en la región del Urabá. Sin recursos para adquirir un modelo más moderno, el vehículo se convirtió en la base de su emprendimiento en la fabricación de fachadas de vidrio templado y acero.
El recuerdo más impactante de Nieto está marcado por un accidente. En la vía entre Cimitarra y Bucaramanga, una tractomula lo cerró y terminó en una laguna. El golpe lo dejó inconsciente durante una hora y su perrita quedó atrapada entre las sillas. Sin embargo, la carrocería del Patrol fue la que salvó sus vidas. “Si no hubiera sido por ese carro, tal vez no estaría aquí”, asegura.
Aunque le han ofrecido hasta 200 millones de pesos por este vehículo clásico, Nieto lo tiene claro: jamás lo venderá. Para él, ya no es un bien material, sino un miembro de su familia.

Segundo lugar: William Acero y un legado de familia
En Facatativá, Cundinamarca, William Acero custodia otro Nissan Patrol de 1960. Este modelo ha permanecido en una misma familia por más de medio siglo y su estado impecable es fruto de un proceso de restauración hecho con paciencia y amor.
William adquirió el vehículo hace cuatro años, pero lo que compró no fue simplemente un carro, sino un pedazo de la historia automotriz del país. Cada detalle de su Patrol refleja un respeto absoluto por la tradición y la convicción de que conservar el pasado es un acto de responsabilidad cultural.
Este segundo lugar no es solo un reconocimiento a la estética o al motor, sino a la dedicación de mantener viva la memoria de lo que significó Nissan en los años en que Colombia comenzaba a expandir sus carreteras y movilidad.

Tercer lugar: Mario Andrés Acevedo y el sueño cumplido del Datsun 280ZX
En Duitama, Boyacá, Mario Andrés Acevedo convirtió una ilusión de infancia en realidad. Desde pequeño soñaba con un deportivo japonés y hoy su Datsun 280ZX personalizado es el resultado de esa obsesión.
El auto fue adquirido en mal estado, pero poco a poco lo transformó pieza por pieza. Su versión final es un homenaje al tuning japonés: motor L28 Turbo con intercooler frontal, sistema de inyección Protuners, escape de 3 pulgadas y una pintura amarilla que lo hace destacar donde sea que circule.
Para Mario Andrés, este vehículo es mucho más que un pasatiempo. Es la materialización de un sueño que empezó con carros a escala y creció gracias a la cercanía de su familia con el mundo de los repuestos. “Este carro representa todo lo que soñé desde niño”, afirma con orgullo.
Más que autos, son historias vivas
El concurso dejó claro que la relación entre las personas y sus vehículos Nissan clásicos va más allá de lo material. No son solo fierros y tuercas; son testigos de nacimientos, viajes, accidentes, logros profesionales y momentos familiares.
Carlos Caicedo, Gerente General de Dinissan, lo expresó con claridad: “Estos vehículos no son solo medios de transporte. Son compañeros de vida, testigos de historias familiares y personales. Con este concurso quisimos honrar eso que permanece”.
Además de la visibilidad y el reconocimiento, los ganadores recibieron premios como bonos de combustible, restauraciones profesionales y kits exclusivos de merchandising, un detalle que refuerza el compromiso de la marca con quienes conservan su legado.

Un homenaje a 65 años de Nissan en Colombia
Este certamen fue también una forma de conmemorar los 65 años de Nissan en Colombia, una marca que ha sabido construir no solo una red de clientes, sino una comunidad de apasionados por la movilidad.
El concurso “Dinissan Exalta lo que Permanece” demostró que el verdadero valor de un auto clásico no está en su precio de mercado, sino en las memorias que guarda. Los tres ganadores son un símbolo del vínculo entre la tradición japonesa de Nissan y el corazón colombiano que ha sabido mantenerla viva por más de seis décadas.